En un hallazgo que ha estremecido a todo el país, los cuerpos de tres niñas de entre 5 y 10 añosfueron encontrados abrazadas, sin vida, bajo la sombra de un mezquite, en pleno corazón del campo agrícola Rosella, a solo 80 kilómetros de Hermosillo.
La escena parece sacada de una pesadilla: tres pequeñas tiradas entre el monte, a medio kilómetro de la carretera 36 Norte, como si hubieran intentado esconderse del horror… o, peor aún, como si hubieran sido llevadas allí para morir juntas.
Lo más escalofriante: presentaban impactos de bala. Una ejecución directa, salvaje, sin piedad. La reportera Lorenza Sigala, quien transmitió en vivo desde el lugar, describió con voz quebrada cómo las niñas parecían estar esperando el final, aferradas unas a otras, debajo de aquel mezquite que no logró protegerlas.
Fue el Colectivo Buscadoras por la Paz quien localizó los cuerpos y dio aviso. La Fiscalía General del Estado de Sonora ya inició una carpeta de investigación, mientras los peritos de la unidad de homicidios peinan la zona en busca de pistas, indicios… algo que explique esta atrocidad.
Aún no se ha determinado la identidad de las niñas. Tampoco hay detenidos. Pero el ambiente en la comisaría Miguel Alemán, a escasos kilómetros del lugar del hallazgo, es de rabia, miedo y silencio.
Y la pesadilla no termina ahí: a tan solo unos kilómetros, el día anterior, fue encontrada una mujer sin vida, tirada en la maleza, en la misma carretera 36 Norte. Vestía pantalón negro y blusa azul, pero no llevaba identificación. ¿Conexión? ¿Coincidencia? ¿Una nueva ruta del horror?
La sociedad sonorense exige respuestas. Exige justicia. Exige que los nombres de esas niñas no se pierdan entre expedientes y burocracia.
Mientras tanto, el mezquite sigue ahí. Callado. Testigo de una escena que ni la tierra debería haber presenciado.